30 de julio de 2012

Subir la mano (y gritar gol)

Hace unas semanas constituía una auténtica proeza vivir la cotidianidad sin ser taladrado por cierta cancioncilla cuyo estribillo dice «sube la mano y grita gol», que, si no lo tengo mal entendido, se convirtió en el himno de la selección española de fútbol en la pasada Eurocopa 2012.

Creía que, con el inicio del verano, de fútbol se hablaría poco durante algunas semanas. Pero nada de eso. Cuando uno menos se lo espera, ¡zas!, aparece una magna competición futbolera de lo más importante y todos tenemos que pintarnos la cara con los colores de nuestro club o nuestra selección, gritar como si nos clavaran astillas bajo las uñas si los nuestros marcan un gol, dar saltitos al mismo tiempo que nuestros compañeros de celebración, tener el claxon del coche recién revisado para dar vueltas por el barrio haciéndolo sonar machaconamente (preferiblemente por la noche) en caso de triunfo y, en esta ocasión, andar subiendo la mano y gritando «gol». ¡Qué bonito!


Pero entre tanta celebración y alegría desbordada, había algo que (también) me torturaba: «sube la mano y grita gol»... ¿«Sube la mano»? Cuando yo era pequeño, ese gesto se llamaba «levantar el brazo». Al menos antes, cuando uno celebraba un triunfo solía levantar los brazos, no subir las manos. A lo mejor es que me estoy haciendo viejo, pero también puede que eso de «subir la mano» sea una chorrada que se está esparciendo a los cuatro vientos... A mí me parece que era mucho más fácil decir «levanta el brazo y grita gol», que, además, entra perfectamente en la música.

Y lo peor: como se imponga eso de «subir la mano», se estropea para siempre el chiste del atracador que, pistola en mano, espeta a su víctima «¡Levante las palmas!»... 

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